Javier Alemán

El Mundo Sumergido

In Literatura, Personal on enero 31, 2014 at 12:01 am

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Tengo una historia curiosa con la novela de J.G. Ballard.

Aunque, ahora que lo pienso, casi siempre acabo teniendo una historia curiosa con algo.

Ballard publicó su novela en 1962. Era la segunda tras El viento de la nada (1961), y aparecía cuando el escritor contaba ya con 32 años. Yo llegué a ella a través de los comentarios de Nivel Oculto, la maravillosísima web de videojuegos en la que soy co-administrador y escribo con verdadera asiduidad (no como aquí). Quise hacer caso al criterio del usuario que recomendaba el libro y acerté de lleno, porque El Mundo Sumergido es un libro maravilloso.

Y sin embargo, me ha costado horrores terminarlo. Como ya decía por aquí , mi lucha a muerte más tenía que ver con el idioma que con la prosa del autor. De hecho, Ballard escribe (al menos en lo que le he leído) muy muy bien. En la novela despliega una serie de pasajes evocadores, de un mundo casi extinto por el deshielo y la subida del nivel del mar, pero terriblemente vivo. De un paraíso Triásico, poblado por iguanas y arcaísmos vegetales, con las calmadas lagunas como auténticas protagonistas. Como contraposición, las ruinas de la civilización pierden toda su magia y misterio, salvo en un momento muy concreto en el que el síndrome de Stendahl puede acabar embargando al lector, con una de las descripciones más dulces que he leído sobre la asfixia.

Las letras de Ballard, su manera de componer la acción, me enamoraban. Pero preciosamente ese inglés riguroso, trabajado y tan cuidado se me iba convirtiendo en una inmensa cuesta. Me gusta mucho leer sobre paisajes, sobre la soledad salvaje y el aislamiento, pero me he dado cuenta de que para algo así necesito hacerlo en mi lengua materna o pierdo parte de la experiencia. Así que me he propuesto revisitar el libro cuando pueda hacerme con una copia en español, cosa que en Gran Canaria se ha convertido en un reto irresoluble.

Pero hablaba del libro. El mundo que se nos dibuja se ha querido deshacer de la plaga de la humanidad, se ha rebelado inundándose y acorralando al homo sapiens en sus antiguas esquinas más inhóspitas, donde la mayoría se contenta con su nueva existencia. Lo curioso es que, a diferencia de muchas otras lecturas apocalípticas, la situación es tan propia para el protagonista que no le incomoda. Al revés: su mundo de junglas frondosas, de sol infinito en el horizonte y lagunas amnióticas le cautiva, le atrae irremediablemente.

La tesis de Ballard, muy relacionada con el psicoanálisis (que sólo me gusta en la literatura) es que la sociedad, la naturaleza domada, actúa como superyó colectivo. Rebasadas las barreras, en medio de ese tiempo sin tiempo que es la eternidad en las lagunas, los hombres que se pierden fuera de la (ahora) templada Groenlandia, son devorados por el Ello, inundados por la experiencia instintiva. Les invaden los sueños con un pasado anclado en el paleocórtex y van descendiendo a un estado atávico, a un letargo que sólo exige continuar yendo hacia el Ecuador.

Por el camino, una trama con muy pocos personajes, aunque todos significativos. Destacan el barbarismo y la irracionalidad de quienes quieren preservar la civilización, en contraste con la calidez y promesas de placer de la involución, los cantos de cisne del mundo sumergido. ¿El deseo real de una vida más simple, más parecida al anhelo de volver al útero, o el engaño final con el que sobrevivir a un mundo que ha vuelto a una época en la que el ser humano ni siquiera estaba en proyecto?

No lo sabría responder, pero es evocador. El paisaje que pinta Ballard se va convirtiendo en más y más deseable con la lectura, en una seducción hipnótica. Al final sólo querremos dejarnos sumergir en la laguna, hacia una oscuridad que late con calor y eternidad.

  1. He disfrutado mucho tu artículo; doblemente, además, por ser quien te hablara de la novela.

    Con la literatura me sucede como a ti: La prefiero en versión original por ser el único modo de percibir todos sus matices, con la intención y las palabras originales del autor, pero cuanto mejor es el libro más cuesta leerlo en un idioma foráneo. Es por eso que intento comprar libros bilingües, a ser posible, o refugiarme en mi amada literatura española.

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  3. […] la época de la Ley Seca, la Edad Dorada estadounidense y hasta la serena belleza apocalíptica de una de las mejores novelas de Ballard. ¿Cómo se te queda el […]

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